23.5.11

Y me pongo de pie.....

Lo conocí en 1998, cuando iniciamos la carrera. Fue muy sencillo ser su amiga, su sonrisa siempre invitaba a cualquiera, sobre todo a una amargosienta como yo.
Pasamos juntos 5 años, siempre éramos nosotros 3, suficientemente ñoños como para cumplir todos los compromisos escolares, pero no tanto como para no pasar el día sentados en la banca de piedra, como lagartijas al sol.
Eramos lo suficientemente buenos como para no invertir en la escuela más que lo estrictamente necesario, y salir bastante airosos en materia de calificaciones.
Un buen día, nos contó su "gran secreto".
Si cierro los ojos lo recuerdo como si fuera el día de ayer.
Estábamos sentados en la banqueta junto a un edificio dentro del tec. Yo no sabía que decir, miraba hacia el piso y a las plantitas que estaban junto a mi.
"Que digo?", pensaba mientras lo escuchaba. Mientras nos decía del rechazo que la gente "como él" experimentaba.
De lo difícil que era poder decirle a una sociedad que no vivirías bajo sus estándares porque tu corazón te gritaba otra cosa.
Que no caminaría a un altar junto a una niña enfundada en vestido blanco.
Que no tendría hijos.
Y fue en ese momento cuando me di cuenta que la amistad pesaba más que los estúpidos prejuicios cristianoides.
Cómo podía decirle a mi amigo, que yo tambien lo rechazaba porque vivía "en pecado"?
Cómo podía decirle el slogan barato vendido a los borregos que sin ton ni son comen cualquier cosa que desde un púlpito les dan: "Dios ama al pecado, pero aborrece al pecador"?
Cómo le decía a MI AMIGO, Dios te ama, pero odia lo que haces.
Somos lo que hacemos.
Y fue en ese momento, que marcó mi corazón la bandera con la que, hasta hoy, navego por la vida: "Homofóbica por religión, Homofílica por convicción".
Sólo era necesario ver sus ojos para darte cuenta que era mucho más auténtico que cualquiera, mas íntegro, más transparente, más real.
Y la vida, como todo, nos separó. De la manera en que los amigos se separan. De no platicar en meses, y sin embargo, pensar en ellos para las cosas que realmente son importantes.
Y así, Ax estuvo conmigo en mis "momentos importantes", Mi boda. Y ciertamente yo estuve en algunos suyos: Sus obras de teatro.
El tiempo pasa para todos.
Sin embargo, Dios es sabio, y nos habla, y a veces nos grita tanto que no podemos hacer oídos sordos a su llamado. Y hoy con la valentía y la verguenza que se requiere para reconocer cuando nos equivocamos, aqui estoy escribiendo ésto.
Dios puso a Ax en mi corazón. "Búscalo, llámalo....", y yo no escuche.
Hoy mi corazón se avergüenza, no escuché. Dios gritó y yo ignoré. Dios habló y yo callé. E ignoré.
Dios lo puso tan fuerte, que lo único que hice fue dejar un mensajito en una estúpida red.
Un mensaje esperando que "estuviera bien". Nada más impersonal ni más estúpido. Nada más lejano.
Un mensaje a la hora en que mi amigo, fallecía en el Hospital.
Hoy ya no está con nosotros. Y me tiemblan las manos y tengo un nudo en la garganta. Quiero gritar, y quiero llorar y quiero reclamar. Y a la vez me avergüenzo tanto de no estar allí. De no interesarme. De dejar pasar.
Y hoy solo puedo escribir ésta entrada para recordar al que fue mi amigo y mi alegría durante toda la carrera.
A ti, MI MONO QUERIDO, toda mi admiración, por haber tenido la valentía de gritar a los cuatro vientos lo que eras. Por no haberte detenido ante nada para ser feliz. Por tu sonrisa siempre presente. Por tus palabras y tu soporte. Por tu increíble calidez.
Te amo mono querido.
Y se que pronto estaremos nuevamente juntos, y nos sentaremos las horas en una banca de piedra, a dejar pasar el tiempo, y a reir.

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