Un blog es una ventana de nuestro interior.
Es el pibotito de donde sacamos nuestros sentimientos. Y lo mejor para eso es que sea anónimo.
Este rinconcito no lo es, me conocen un gran porcentaje de los que me leen. Y a veces eso es una barrera, aunque no debiera serlo.
Me pasé un cumpleaños fabuloso, perfecto. Hasta las 11 de la noche. Un amigo llegó a la casa y me dijo "La ardilla me llamó, me dijo que hoy era tu cumple y que te iba a mandar una tarjeta".
Ahora bien, yo estaba super mentalizada de que no recibiría señales de vida de aquel lado bascular (así esta correctamente escrito, la ardilla trabaja en una empresa de básculas).
No voy a decir que no deseaba una llamada, o un mensajito al cel, o una tarjetita electrónica de gusanito.com (con vaca incluída, snif), porque sería la más mentirosa del planeta.
Ergo, si lo deseaba.
Pero no lo esperaba.
Porque desear y esperar están en dos universos distintos.
Desear está en ese rinconcito de nuestro corazón al cual no dominamos. El que no pregunta. El que despierta y abre los ojos y decide querer a alguien. Al que no engañamos con placebos. Al que se levanta y grita que te extraña. Así nomás. Tan llano y claro.
Así deseaba que aparecieras ése día. Nomás porque si.
Y esperar esta en el pedacito de raciocinio que todavía nos queda intacto (a algunos). Ese pedacito que sabía que no sabría de ti.
Aún así me movió el tapete saber que te acordaste de mi. Sin embargo no llegó nada de tarjetas (esas son gratis), ni mensajes, ni nada.
Y a 2 días de la fecha sigo esperando. Y me odio por esperarlo.
Y te odio por no hacerlo
Y odio a mi amigo por decirme de ti.
Y odio a los de sistemas que bloquearon el mail personal, pero a la vez agradezco porque de otra manera estaría al pendiente de ese mail que no ha llegado.
Es el pibotito de donde sacamos nuestros sentimientos. Y lo mejor para eso es que sea anónimo.
Este rinconcito no lo es, me conocen un gran porcentaje de los que me leen. Y a veces eso es una barrera, aunque no debiera serlo.
Me pasé un cumpleaños fabuloso, perfecto. Hasta las 11 de la noche. Un amigo llegó a la casa y me dijo "La ardilla me llamó, me dijo que hoy era tu cumple y que te iba a mandar una tarjeta".
Ahora bien, yo estaba super mentalizada de que no recibiría señales de vida de aquel lado bascular (así esta correctamente escrito, la ardilla trabaja en una empresa de básculas).
No voy a decir que no deseaba una llamada, o un mensajito al cel, o una tarjetita electrónica de gusanito.com (con vaca incluída, snif), porque sería la más mentirosa del planeta.
Ergo, si lo deseaba.
Pero no lo esperaba.
Porque desear y esperar están en dos universos distintos.
Desear está en ese rinconcito de nuestro corazón al cual no dominamos. El que no pregunta. El que despierta y abre los ojos y decide querer a alguien. Al que no engañamos con placebos. Al que se levanta y grita que te extraña. Así nomás. Tan llano y claro.
Así deseaba que aparecieras ése día. Nomás porque si.
Y esperar esta en el pedacito de raciocinio que todavía nos queda intacto (a algunos). Ese pedacito que sabía que no sabría de ti.
Aún así me movió el tapete saber que te acordaste de mi. Sin embargo no llegó nada de tarjetas (esas son gratis), ni mensajes, ni nada.
Y a 2 días de la fecha sigo esperando. Y me odio por esperarlo.
Y te odio por no hacerlo
Y odio a mi amigo por decirme de ti.
Y odio a los de sistemas que bloquearon el mail personal, pero a la vez agradezco porque de otra manera estaría al pendiente de ese mail que no ha llegado.
Mientras tanto, soy un año más vieja (foto de la partida de pastel en la oficina)
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